¿Está seguro de modificar las opciones de retiro?

Esta acción reiniciará su carrito de compras!

comida emocional

Hambre Emocional

  • 10-10-2022
  • Publicado por: Estela Moltedo

¿Alguna vez te has sentido con ganas de comer algo, pero sin sentir hambre realmente? ¿Solo por la necesidad de comer algo? ¿Has sentido unas fuertes ganas de comer después de haber discutido con alguien o al estar pasando por una situación de estrés? ¿Has tenido antojos de alguna comida en particular? 

Todas las preguntas anteriores responden a formas de hambre emocional. Despierta en ti la necesidad de comer algo sin sentir hambre física realmente. Todos hemos comido emocionalmente en algún momento y esto se debe a muchos factores. No es bueno ni malo, solo que, si persiste en el tiempo, podrías estar desconectándote de algunas emociones o formas de pensamiento que te pueden generar problemas mayores. Existen muchos factores que gatillan el comer de manera emocional y en este artículo hablaremos de tres muy relevantes.

 

Primer Factor, Estrés:  

 

No parece un término nuevo para nadie, pero de la forma en cómo estamos viviendo nuestras vidas, resulta muy difícil escaparse de este sentimiento. El problema es que un estrés sostenido en el tiempo nos va enfermando y ahora te cuento por qué.

El estrés se genera en respuesta a un pensamiento de miedo o preocupación de que algo malo va a pasar. A su vez, el cuerpo reacciona generando cortisol. El ritmo cardíaco se acelera, las pupilas se agrandan, toda la sangre se va a las extremidades; se activa el mecanismo de lucha o huida. El encargado de generar esta respuesta es el sistema nervioso simpático, es un mecanismo de defensa automático. Su tarea es mantenernos a salvo de las amenazas externas. Está bien si hace millones de años teníamos que correr para que un león no nos comiera, pero si se activa porque vamos a llegar tarde a una reunión, no tiene mucho sentido.

Al parecer nos hemos acostumbrado a generar cortisol en nuestro sistema y lo hemos normalizado. Parece difícil recordar lo que se siente estar relajados(as) o realmente descansados(as). Esto se debe a que el sistema nervioso parasimpático, es el mecanismo que nos lleva a la homeostasis o equilibrio, propiciando la relajación y reparación celular y se activa cuando estamos en estados mentales relajados, tranquilos, lejos del percibido peligro.

El estrés nos hace entrar en ciclos dañinos para nuestros estados mentales y organismos. En estados de lucha o huida, se activan emociones confusas y mucha ansiedad. La ansiedad nos hace elegir comidas basadas en carbohidratos refinados, azúcares y grasas saturadas. ¿Por qué? La incomodidad emocional que sientes es tan grande, que solo buscas sentirte bien poniendo el poder de conseguirlo en algo externo, en una comida que te haga sentir bien. Los carbohidratos refinados, azúcares refinados y grasas saturadas, a su vez, generan adicción. Por otro lado, en vez de sentirte mejor, puede que te sientas culpable y eso te genere más estrés. Y así se va repitiendo el ciclo de estés.

 

Segundo Factor, Un Ideal Físico Inalcanzable:

 

Muchos de nosotros(as) no nos hemos sentido cien por ciento bien con nuestros cuerpos, percibiéndolos como imperfectos. Al mismo tiempo, sintiendo la necesidad de ser aceptados(as).

Basándonos en lo que comunican los distintos medios, cuerpos supuestamente “perfectos” y que solo serías socialmente aceptado(a) si lucieras así, si se cruzan con una autoestima baja, puede llevarnos a comportamientos alimenticios dañinos.

En ambos casos, dejamos de escuchar las reales necesidades de nuestro cuerpo, desconectándonos de nuestro propio bienestar, tan propias, como individuos hay en el planeta.

 

Tercer Factor, Cansancio y Falta de Sueño

 

Al desconectarnos de las reales necesidades de nuestro cuerpo, muchas veces no reconocemos cuando sentimos cansancio. Culturalmente, una persona que se preocupa de sus momentos de descanso y duerme sus horas, muchas veces no es bien visto.

Nos hemos sobrecargado de tareas, respondiendo a una cultura del “era para ayer”. Ser trabajadores(as), padres, madres, parejas, hijos(as), hermanos(as) y amigos(as), nos deja muy poco tiempo al final del día para para vernos y sentirnos a nosotros(as) mismos(as).

Con tanta sobre exigencia, en algún momento nuestras mentes y cuerpos nos piden parar para reponernos, pero hacemos todo lo contrario, le pedimos más energía.

Robin Naiman, psicólogo, especialista en sueño, dice que estamos adictos a la energía, que, como parte de la era industrial, somos como una máquina que no para.  Hemos olvidado lo que es el descanso y se confunde con recreación o embriaguez. Confundimos descanso y sueño con hambre, porque el cuerpo necesita recargarse. En respuesta, buscamos alimentos que nos aporten con una carga rápida de energía, como los carbohidratos y el azúcar.

Al no poder conciliar el sueño o dormir profundamente, debido a esta sobrecarga de energía, se altera nuestro metabolismo. Si se mantiene en el tiempo, puede generar enfermedades metabólicas como diabetes y obesidad, debido a que se alteran los niveles de glucosa. También está asociado a enfermedades cardíacas, autoinmunes y depresión.

 

¿Qué podemos hacer?

 

1) Estar atentos a las reales necesidades de tu cuerpo. Cambiar la autoexigencia por el autocuidado. Descansa y duerme cuando sea necesario, no puede haber nada más importante que nuestra salud mental, emocional y física.

Investigar las casusas de tu estrés. ¿Qué puedes cambiar y qué no? Lo que no puedes cambiar aceptarlo como parte de vida y eliminar lo que no sea prioritario en este momento.  Lo que puedas cambiar, ¡Pues hazlo! Tal vez sea salir a caminar en vez de ver una teleserie, así de simple.

Charles Duhigg, en su libro “El Poder de los Hábitos, por qué hacemos lo que hacemos en la vida y en el trabajo”, nos explica la forma en cómo podemos cambiar esos hábitos que nos condicionan. 

2) Cambiar el estado mental de preocupación, hacia uno de mayor consciencia. ¿Cómo?

Ser conscientes de los pensamientos y emociones que estamos experimentando en el momento. Una forma de cambiar rápidamente el estado mental y emocional es cambiar de lugar físico y de tarea. Si no puedes hacerlo, puedes parar lo que estés haciendo y respirar de manera consciente, contando 4 tiempos al inhalar-retienes 1- exhalas en 4. Otro escape muy simple es tomar un vaso de agua, siempre ayuda.

Otra manera de cambiar de estado mental y emocional es la de dejar de poner el foco en las preocupaciones. Tomar plena atención al momento presente, aquí y ahora, es el tiempo que importa. Si te quedas pensando en hechos del pasado o preocupaciones del futuro, puedes generar ansiedad. Si llevas tu foco a lo que está sucediendo aquí y ahora, verás que nada de lo que pasa en tu mente está pasando realmente. Porque todo está en tu mente. 

Eckhart Tolle, en su libro “El Poder del Ahora”, desarrollará mejor este concepto.

3) Acéptate tal cual eres. Pero qué difícil, pueden decir algunos… Si llevas toda tu energía a tratar de ser alguien que no eres, se te puede ir la vida en eso y la angustia por tratar de alcanzar ese yo ideal puede que no pase. Eres único(a), completo(a), merecedor(a).  

En su libro “Amate a ti Mismo(a) y Cambiarás tu Vida” de Louise Hay, puede ayudarte, como primer paso, a realizar este cambio de consciencia.

 

Cómo Diferenciar El Hambre Emocional Del Hambre Física

 

Comer de manera emocional es un acto inconsciente y se puede convertir en un hábito. Comienzas a comer emocionalmente para sentirte mejor, pero terminas sintiéndote peor.

Todos comemos cuando no sentimos hambre de vez en cuando, pero cuando esto se convierte en parte de tu vida, es importante ponerle luz e investigar cuál es origen de todo ese comportamiento.

Comer podría significar nutrición y no distracción. 

Algunos tips para que sepas distinguir la diferencia entre hambre emocional y hambre física:

 

Hambre emocional:

- Empieza de un momento a otro y necesitas gratificación al instante.

- No sientes saciedad. 

- Sientes antojos por comida específica.

- Puedes sentirte culpable o avergonzado(a)

 

Hambre física:

- Va aumentando gradualmente.

- Terminas de comer al sentir saciedad.

- Puedes elegir entre una cantidad ilimitada de comidas.

- Te sientes bien, satisfecho(a) al terminar de comer.

 

Te invito a ser consciente de cómo te sientes, qué piensas, qué sensaciones corporales estás experimentando, por qué elijes comer ciertos alimentos y en qué ocasiones lo haces. Cómo te gustaría alimentarte y por qué no lo estás cumpliendo.

 

Gracias por leer esta publicación. Todas las semanas continuaremos subiendo contenido similar para ayudar a que alimentarse sea sinónimo de bienestar.

 

¡Que tengas buena semana!

 

El Ingrediente Feliz